Cuba.
Poeta invitado,
de su poemario Galería (III)
Muchacha de abril
...Pero yo sólo tenía 20 años y tú 30
y aprendía de ti como enseñarte a sentirte a gusto
y sin vergüenza.
Elvira Alejandra Quintero
No recuerdo el momento de la mano ni del parque
aquel hombre me daba celos.
Ya no están, ni ella, ni él.
Cantaba tal un duende, calmado y melancólico
como en una despedida.
¿Quién resolverá el problema de las despedidas?
Los amigos no debieran irse de prisa
porque dejan al mundo sin esperanzas.
De cualquier manera,
es imprescindible el camino de los poetas.
La mujer que ama a un poeta, es una gota de rocío
la que no ama igual, pero de otra madrugada.
Pocos saben de esas tardes con su voz
ni su letra aparece en las vitrolas
aunque falte, un lucero y una espera.
Temo al pronóstico de los poetas porque se cumple.
La mujer que lo olvidó, no volvió a ver el arco iris
ni supo la forma en que se ama al amanecer.
Duro oficio el del poeta al tener tantos recuerdos
una lámpara y la caricia.
La caricia para que gire el mundo
la lámpara para que no se olvide el camino de regreso.
Mala costumbre la de no olvidar y la de olvidar igualmente
nunca se sabe el momento de tocar una ventana
porque detrás, está el amor.
La calma no se hizo para los amantes
a los amantes nadie los entiende
solo ellos saben el minuto exacto en que los pechos calman.
No recuerdo el momento de la mano
pero había una mujer cerca de un parque
y no está porque murió Leonardo Favio.
Pobre la mujer que lo olvidó y él no pudo olvidarla
ni le dejó un motivo para seguir viviendo
en este mundo de absurdos y sombras
de gente que no entiende, de muchachas de abril.